Courage Is To Face Life After Losing My Dad
Claudia Zila, 30, Chilean living in Santiago, Chile
In June 2015, my father passed away suddenly.
As it was such a sudden departure. And I still felt like a little girl, even at 27-years-old. I was so very afraid to face life; my greatest support on this earth, in every sense, had just left.
I felt adrift, the love of my life, my superhero, my friend, and father had left- a very unreal feeling.
I was afraid of many things, among them no longer having someone who would take care of me, someone to advise me when making decisions, and most importantly, someone who would support me in all my dreams and plans to be happy. After all, my father and I were very similar and almost all of our dreams were the same.
For a while I felt like if I was drowning; I felt nothing was turning out right and that I had no one to turn to especially monetarily. I had to sell many things to keep subsisting while fighting with the spiritual and physical discouragement that takes away all your energy and doesn’t let you get out of bed. But I couldn’t stop because if my father had taught me anything, it was to keep fighting even if I did not have any money in my pockets.
Throughout this period, I realized that growth was crucial for me. I needed to be more responsible with my money, spend more time with my family, learn to immerse myself in the world without losing my essence, and above all, choose my friends wisely because they become fundamental pillars for your growth by creating bonds of loyalty and empathy.
Today, three years after the death of my father, I have realized that every tool he taught me to use separately while he was with me had to be joined together in order for me to say WITHOUT ANY FEAR to Life: Here I am and you are mine!
When I lost my father, what caused me the most fear was being emotionally alone because I no longer had his support. I knew I would never find love like that in another person.
Besides the fear of not being able to support myself financially, I felt alone and without any money to go after my dreams, but the LOVE God showed me every time I remembered my father and whenever I felt adrift, gave me the strength to move on. I learned that God would provide for any need I had, whether emotional or economic, and that I should put my trust in Him, because if He (the owner of life, who had sent my father to this world to be my "Papito" and who had decided to take him away) was taking care of me, I had life assured.
When I realized this, I rested and everything began to turn out well.
When a father dies, it is an unreal feeling, it is a sensation of watching a horror movie and wanting to turn off the TV and return to your real life.
But the sad reality is that you are the protagonist of that story.
You will suffer in the beginning and it will be very painful not to have that love in real life. But let me tell you that he will, in some way, continue to take care of you. You will have to honor his teachings to lead yourself on a good path.
Following this path I discovered the mission that I have in this life, which is to motivate many people to accept their reality and based on it to improve and achieve their goals knowing that the most important thing is to deliver love, because to the extent that we love, we’ll be loved back.
My name is Claudia Zila, I am a motivational speaker, and I am working to become the first big TV host in Chile, a communicator who not only entertains but makes sure that every word that comes out of my mouth will be to heal, love and build.
Spanish Version
Coraje es enfrentarme a la vida después de la muerte de mi padre.
Claudia Zila, 30, Santiago de Chile.
En el mes de Junio del año 2015, mi padre falleció repentinamente, se fue en el sueño más profundo que pudo tener. Como fue una partida tan repentina y yo seguía siendo una niña a mis 27 años, me dio mucho miedo enfrentar la vida, pues mi mayor respaldo en esta tierra, en todo sentido ya se había ido.
En mi familia cuidan mucho a los hijos, sobre todo a las mujeres y nos miman mucho, cuando esto pasó me sentía de una forma “a la deriva” porque el amor, súper héroe, amigo y padre de mi vida había partido es un sentimiento un poco irreal.
Tenía miedo de muchas cosas, entre ellas ya no tener a quien me cuidara, me aconsejara en la toma de decisiones y lo más importante, me apoyara en todos mis sueños y caminos para conquistar mi felicidad. Pues éramos muy parecidos y soñábamos casi igual.
Durante un tiempo me sentí ahogada porque veía que nada salía bien y que no tenía a quien acudir, sobre todo en aspectos económicos, tuve que vender muchas cosas para seguir subsistiendo y debía luchar con el desánimo espiritual y físico (ese que te quita la energía y no quieres ni levantarte de la cama), pero no podía detenerme porque si algo me había enseñado mi padre, era a seguir luchando aunque no tuviera ni un peso en mis bolsillos. En todo ese período intermedio, me di cuenta de que crecer era imprescindible; ser más responsable con mi dinero, pasar más tiempo con mi familia, aprender a mimetizarme en el mundo sin perder mi esencia y sobre todo elegir muy bien a los amigos (pues ellos se convierten en pilares fundamentales para tu crecimiento, creando lazos de lealtad y empatía pues esas personas te acompañaran toda la vida).
Hoy, 3 años después de la muerte de mi padre, he aprendido a observar el mundo y actuar en él con más expertise que en los 27 años que tuve a papá cerca, pues me di cuenta de que cada herramienta que él me enseñó a usar de forma separada mientras convivíamos, las junté para enfrentar la vida y decirle SIN MIEDO ¡Aquí estoy yo y tú eres mía! Así que si hoy estás pasando por una etapa parecida, déjame decirte que en esta historia siempre habrá un mal comienzo, pero que el final siempre será el mejor, porque te convertirás en un camaleón espiritual que se adecuará a cada etapa que le toque descubrir en este mundo.
Al perder a mi padre, lo que más me causo miedo fue estar sola emocionalmente por ya no tener ese respaldo sentimental que me enseñaba y corregía con amor, pues nunca más encontraría ese amor en otra persona, además del miedo a no poder sostenerme económicamente, me sentía sola y sin dinero para ir tras mis sueños, pero el AMOR que Dios me demostraba cada vez que yo recordaba a mi padre y me sentía a la deriva, me dio la fuerza para seguir adelante. Aprendí que Dios supliría toda necesidad que yo tuviera, ya fuera emocional o económica y que debía poner mi confianza en Él, pues si Él (el dueño de la vida, quien había enviado a mi padre a este mundo para ser mi “papito” y quien había decidido llevárselo) me cuidaba, tenía la vida asegurada. Cuando me di cuenta de esto, descansé y todo comenzó a salir bien.
Hoy me siento con la capacidad de lograr cualquier cosa, de viajar donde sea, de amar de verdad, de hacer el mundo mío y de tener la certeza de que nada es imposible si yo lo creo y trabajo por ello. Mi vida cambió porque me di cuenta de que sí existe un Dios real.
Cuando un padre se va, es un sentimiento irreal, es una sensación de estar mirando una película de terror y querer apagar la TV y volver a tu realidad, pero la realidad es que tú eres el protagonista de esa historia. Sufrirás al principio y será muy doloroso no tener ese amor en la vida real, pero déjame decirte que ellos, de alguna manera, seguirán cuidando de nosotros, sin embargo, ellos no intervendrán en primera persona nunca más en nuestras vidas, sino que seremos nosotros quienes tendremos que honrar sus enseñanzas, aprendiendo a conducirnos por un buen camino, ese camino que te hará dormir en paz, son sus enseñanzas las que nos harán ordenar el rompecabezas de nuestras vidas y así, la tristeza de la pérdida cada vez se hará menor.
Siguiendo este camino descubrí la misión que tengo en esta vida, que es motivar a muchas personas a aceptar su realidad y en base a ello mejorar para lograr alcanzar sus metas y que sepan que lo más importante es entregar amor, porque a mayor medida que amamos, mayor es la medida en la que nos amarán.
Mi nombre es Claudia Zila, soy orador motivacional, y estoy trabajando para convertirme en la primera animadora de TV de Talla Grande en Chile, en una comunicadora que no solo entretenga al mundo, sino que cada palabra que salga de mi boca sea para sanar, amar y edificar.